Las condiciones de trabajo eran realmente penosas; Hombres, mujeres y niños eran sometidos a largas y duras jornadas de trabajo (hasta de 16 horas) con apenas dos descansos para luego cobrar unos sueldos miserables.
Cuando los dueños de las fábricas decidían aumentar la producción, contrataban a trabajadores temporales para aumentarla con el menor número de costes posibles. Sin embargo en las épocas de crisis, tenían como consecuencia una serie de despidos colectivos.
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